En un mundo globalizado y en un ambiente de alta competencia, el aplicar estos conceptos hace la diferencia entre los que ganan y los que pierden.
Cada concepto es digno de un mayor análisis y estudio. En cada uno de ellos hay tácticas y estrategias que debes ejecutar; no sin antes entender completamente su significado.
Primer concepto
El posicionamiento en el terreno
Lejos de competir en un único escenario, lo hacemos en múltiples terrenos y condiciones. En ese sentido, el estar preparado en cualquier lugar es un factor de éxito. Conocer, implica reconocer que la información es el verdadero poder. El que tiene mejor información, puede ganar antes de inclusive empezar a competir. Con una investigación y evaluación cuidadosa uno puede vencer, sin ella, simplemente no se puede.
La Información, precede a la estrategia y van de la mano. Todo comienza con el análisis minucioso de las propias fortalezas y debilidades, para luego examinar las amenazas y oportunidades. Con un análisis exhaustivo, la información aporta valor. Si tienes mucha información, pero careces de análisis, estarás perdido en la formación de una estrategia victoriosa.
Así, los buenos negociadores toman posición en un terreno en donde no pueden ser vencidos y no pasan por alto las condiciones que hacen a a los demás proclives a la derrota.
En consecuencia, debes ganar primero y entrar a la competencia después; de lo contrario entrarás a la competencia e intentaras obtener la victoria después.
Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, nunca correrás peligro.
Ahora, te diré, las seis formas de salir derrotado:
La primera, no calibrar tu nivel vs la competencia.
La segunda, la ausencia de un sistema de recompensas para tu equipo.
La tercera, la insuficiencia de entrenamiento.
La cuarta, una pasión irracional.
La quinta, la ineficiencia de dirección y de orden.
Y la sexta, no seleccionar a las personas aptas para cada situación o tarea.
Segundo concepto
Las Apariencias y la percepción
La victoria puede ser percibida, pero no fabricada.
Los expertos, son capaces de vender al enemigo una percepción favorable para ellos.
Este es el arte del engaño; la percepción es la ilusión que envuelve a ese engaño para hacerlo real a los ojos del enemigo. La capacidad de estar presente, en todas partes al mismo tiempo, es la característica de este concepto, pues nadie puede atacarte, si nadie sabe en dónde; porque pareciera que estas en todas partes y podrás atacar desde todos los flancos. Ese es el engaño de las percepciones. Conseguir que te vean en todas partes y que te imaginen de muchas maneras.
Tercer concepto
Velocidad, agilidad y resiliencia
Muévete con rapidez, pero también lentamente. Se voraz como el fuego e inmóvil como las montañas. Llega sin avisar y desaparece como el relámpago.
La velocidad es un recurso en sí mismo, que te permite obtener ventajas competitivas de tiempo y escala, aprovechando la falta de preparación del enemigo.
Velocidad, forma y estructura, están íntimamente relacionadas y se retroalimentan a sí mismas. No en vano, las empresas más burocráticas acaban siendo los más lentas y difíciles de cambiar. Cuando se resisten al cambio, la agilidad y la adaptabilidad disminuyen y por ello perecen ante las adversidades.
Lograr adaptabilidad no es fácil; pero si la adaptación es tan oscura y sin forma aparente, debes hacerla tu camuflaje; precisamente por su capacidad de anticipación al nuevo contexto. Mientras que las empresas tradicionales comienzan a enterarse de un cambio en el horizonte, esas empresas pequeñas en apariencia, camufladas y sin forma aparente, se han esparcido por todo el territorio. Son los beneficios de la anticipación, donde velocidad e información van de la mano.
Entérate primero de lo que pretende la competencia, adáptate a ella y después anticípate a ella, manteniendo tu disciplina.
La adaptabilidad y la resiliencia suponen cambio, pero, más allá del mero cambio, implican una reinvención de los límites. Las empresas resilientes se amoldan, con soltura a las turbulencias del momento, pues su no-forma, les permite que muten en todo momento en función de las necesidades. Adaptabilidad y resiliencia suponen —y unen—, por tanto, velocidad y espacio, porque a mayor velocidad y agilidad, más se expande el efecto del éxito.
Cuarto concepto
El Arte marcial del Liderazgo
Por encima de todo, está el instinto de supervivencia, de cambio; incluso de misión e identidad humana. La muerte, alimentó el amor por la vida, y la vida provocó el cambio vital. Incluso las personas que se tienen antipatía, encontrándose en el mismo barco, se ayudarán entre sí, en caso de peligro mortal. Es la fuerza de la situación la que hace que esto suceda, porque el límite de tu esfuerzo siempre es flexible y siempre puede estirarse un poco más si estas en verdadero peligro.
Cuando hay entusiasmo, convicción, orden, organización, recursos, compromiso de los equipos de trabajo y tienes la fuerza del ímpetu, incluso el tímido es valeroso. Así, es posible asignar a los equipos actividades de acuerdo con sus capacidades y habilidades; encomendarles deberes y responsabilidades adecuadas. Cada cual es útil.
Cuando en la empresa, las personas están estrictamente disciplinadas y motivadas; (las recompensas y los castigos están bien establecidos) las empresas pueden vencer cualquier adversidad por más grande que esta sea.
Por tanto… Las recompensas no deben utilizarse solas, ni debe confiarse solamente en los castigos. Ya que de ser así; los equipos, como los niños mimados, se acostumbrarán a disfrutar, o a quedar resentidos por todo y esto es muy dañino y los vuelve inservibles.
Un líder transmite coraje a través del arte de la prudencia. El liderazgo es un arte marcial civilizado, que une tanto pasión y determinación como compasión y templanza, dos extremos tan alejados como necesitados entre sí.
Cuando existe mucho sentimiento de aprecio del líder a su equipo, los corazones de los colaboradores estarán ya vinculados al mando y entonces se relajará la disciplina. Los colaboradores se volverán arrogantes y será imposible emplearlos.
Por lo tanto, si eres líder hay que dirigir, mediante el arte civilizado unificado y mediante el arte marcial del liderazgo; esto significa una victoria continua.
El arte civilizado significa humanidad y arte marcial significa reglamentos. Mándalos con humanidad y benevolencia, unifícalos de manera estricta y firme. Cuando la benevolencia y la firmeza son evidentes, es posible estar seguro de la victoria.
Los buenos lideres se comprometen y actúan de acuerdo con los acontecimientos, de forma racional y realista, sin dejarse llevar por las emociones. Cuando ven una oportunidad, son como tigres; en caso contrario, cierran las puertas. Su acción y su no acción son cuestiones de estrategia. La prudencia proviene de conocer los propios límites, fortalezas y debilidades.
Utilizar el orden para enfrentarse al desorden, utilizar la calma para enfrentarse con los que se agitan; eso es dominar el corazón.
A menos que tu corazón esté totalmente abierto y tu mente en orden, no puedes esperar ser capaz de adaptarte a responder sin límites, a manejar los acontecimientos de manera infalible, a enfrentarte a dificultades graves e inesperadas, dirigiendo cada cosa sin confusión.
Cualquier débil en el mundo, se dispone a emprender en un minuto si se siente animado, pero cuando se trata de realmente dejar tu trabajo y tu zona de confort, entrando en la competencia, esa energía se desvanece y entonces se detendrá, estará asustado y se arrepentirá de haber comenzado.
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